Cuando mi admirado Antonio Muñoz Molina recibió en el 2013 el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, uno de los actos que se organizó en Oviedo fue una charla-coloquio con clubes de lectura a la que tuve el placer de asistir personalmente. En esa charla, entre otras cosas, reflexionó sobre cómo en España no había calado la idea del respeto a la ley. Cómo no se había sabido construir una legalidad democrática.
Ahora mismo, con el desafío catalán, el Gobierno español parece haber "descubierto" la ley. Sus representantes no paran de decir que "hay que cumplir las leyes". Bueno, no deja de resultar irónico que diga eso el Gobierno del país que en los últimos años ha tenido que pagar más dinero en multas a la Unión Europea por incumplir la normativa comunitaria. El mismo Gobierno que aprobó una amnistía fiscal que fue anulada por el Tribunal Constitucional, y que está en manos de un partido político con incontables casos de corrupción a sus espaldas. ¡Y ahora son los campeones de la ley!
Naturalmente, es cierto que los responsables políticos catalanes se están saltando a la torera todas las leyes, y por eso yo desde luego no me escandalizo por las detenciones y registros que se están produciendo en Cataluña. Más bien me extraña que haya quien se escandalice tanto. Lo que me apena es que pienso que no debería haberse llegado hasta aquí.
Si las personas que ocupan los más altos cargos son las primeras en vulnerar las leyes, ¿qué cabe esperar entonces que haga la gente? Exactamente lo mismo, porque para empezar no hay diferencia entre gobernantes y gobernados. Todos vivimos en la misma cultura y nos comportamos parecido. Y así tenemos que España es un país donde la ley... (EL POEMA ESTÁ DESPUÉS DE LA FOTO)
Imagen: pixabay
LA LEY EN ESPAÑA
La ley en España no pinta nada,
siempre se ve como algo a superar.
Desde el Ayuntamiento que, tan pancho,
se salta un procedimiento legal,
o el organismo que a sus proveedores
les deja más de un año sin cobrar,
al fontanero que no hace factura
“y así el IVA te lo puedo quitar”.
Brindo por los pacientes funcionarios
y lo que a veces tienen que aguantar:
uno que afirma que hay que ser “flexible”,
el otro que su caso es “especial”,
“¿a ti qué más te da?”, “pórtate, hombre”,
“hazme el favor”, “¿no me vas a ayudar?”.
Y es muy cierto que hay casos especiales,
que debe existir flexibilidad,
pero lo de España es exagerado,
un odio a la ley espectacular.
Basta con ver las frases que se escuchan
en relación con la legalidad:
“Yo soy el alcalde, me votó el pueblo,
ninguna ley me va a sobrepasar.”
“No hay que obedecer las leyes injustas,
hay que saltárselas, ¿verdad?, ¿verdad?”
“Cuidado, que yo conozco al ministro”
(o al consejero, o al concejal).
“Pásame al jefe, que es amigo mío,
ya verás cómo él me va a autorizar.”
“La norma podrá decir lo que quiera,
pero esto lo tenemos que arreglar.”
“Yo esa ley no la voté cuando se hizo,
así que no la tengo que acatar”.
“Lo que tenéis que hacer es abrir puertas,
no cerrarlas. ¿Me quieres escuchar?”
“¿Es que eres un esclavo de las normas?
Tú hazlo, que nadie se va enterar”.
Lejos de mí ponerme moralista,
pontificar si esto está bien o está mal.
Sólo tengo una duda razonable:
Así, ¿a dónde iremos a parar?
Por último, decir que si a alguien le interesa saber lo que dijo Antonio Muñoz Molina, la charla puede verse íntegramente aquí: https://www.youtube.com/watch?v=Ad6WeaHXtYE
La reflexión sobre la ley está en el minuto 50'30'', aunque recomiendo ver la charla entera, claro.
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