...comienza, y está bien comenzarlo con un poema.
POEMA DE AÑO NUEVO 2018
Una Navidad más, otro año que termina
y sigue gobernando la estupidez supina.
Reverdecen los odios, florecen las inquinas
y aquí ya sólo medran las lenguas viperinas.
“Que se joda”, decimos, si alguien lo pasa mal
y no es de nuestra tribu, o nuestro orden moral.
Y nunca falta un listo con la argumentación
que tilda de “derecho” a lo que es sinrazón.
Jorobar a “los otros” para arreglar “lo tuyo”
no es justo ni valiente, sino ser un capullo.
Pero nos aferramos a las identidades
y a sus vetustos mitos, llenos de falsedades.
Incluyo aquí también los mitos de la izquierda
y los de la derecha. Todo es la misma mierda.
Crear nuevas barreras no soluciona nada,
sólo hace la carrera aún más complicada.
Pronto nos hará falta crear nuevos axiomas,
palabras que no existen en los viejos idiomas.
Pero, siendo esto cierto, tenemos un problema:
¿Cómo demonios vamos a cambiar el sistema
cuando hasta los que dicen que desean cambiarlo
hacen cosas que sólo llevan a perpetuarlo?
Nos hipnotiza el tiempo, nos fascina el pasado.
Hay demasiados hechos que damos por sentado
porque vienen de lejos y nadie se plantea
que cambiarlos sería la principal tarea.
Una revolución, pero una de verdad
en cuyo enfoque quepa toda la humanidad.
¡Paz para todo el mundo, la gran fraternidad!
¿No es eso lo que siempre se dice en Navidad?
No me vengáis ahora con que es hipocresía,
un cuento comercial, pura palabrería…
Lo sé, pero me gusta ese ideal navideño
porque no solamente se centra en lo pequeño.
Hoy hay que hacer lo mismo: cualquier cambio local
debe tener en cuenta un concepto global.
Por eso y porque siempre lo digo en estas fechas
y algunas tradiciones me parecen bien hechas,
aunque las Navidades os importen un huevo,
yo quiero desearos un Feliz Año Nuevo.
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