domingo, 27 de enero de 2013

El hombre es lobo...

...para el hombre, escribió Plauto. Y lo vemos cada día, así como también vemos la inmensa capacidad de autoengaño que tenemos, y que es útil para no desesperarse, pero también facilita que nos creamos (o mejor dicho: que queramos creernos) las mentiras que nos cuentan. Nota: aquí en Asturias llevamos ya más de dos semanas seguidas con mal tiempo, sin apenas descansos, y empiezo a estar cansado. Creo que debe ser eso lo que me ha inspirado esta recapitulación. Personas depresivas absténganse de leerlo.

Imagen: Retron





LUNA MENTIROSA

Aire frío, en las fronteras del tiempo.
Ya le queda muy poco a mi cuerpo enfermo.
Copos blancos caen sin tregua del cielo,
y el paisaje se transforma en un desierto
monocromo, tan terrible como bello.
Sólo rompe su monótono criterio
el pelaje gris de los cánidos fieros
que recorren en manadas el terreno,
incansables, a la busca de alimento.
A menudo dicen que nos parecemos:
dos especies con un estigma siniestro
sometidas a un sistema de derechos
parecido, con jerarquías y sesgos.
Muchas veces, cuando como hoy los observo,
me pregunto cuáles serán sus anhelos,
si se aferran, como nosotros hacemos,
a un conjunto de elaborados misterios,
fantasías, supersticiones y miedos.
¿También ellos ven traicionados sus sueños?
Y los lobos aúllan al firmamento,
y la luna les continúa mintiendo.

Un sonido distrae mis pensamientos:
el crujido de las vigas por el peso
de la nieve que se acumula en el techo.
Aún resiste las embestidas del viento
la cabaña que alberga el cuarto pequeño
donde yazco, acostado en mis recuerdos,
evocando como único consuelo
el amor que viví, cruel y verdadero,
en los años que siempre estaba despierto.
Un mar era, embravecido y violento,
que inundó mis sensaciones por completo.
Mas sus olas ya no rompen en mi lecho.
Quién diría que aquel febril sentimiento
jubiloso, fuera tan frágil por dentro.
Yo quería dominarlo con mi empeño,
mantenerlo siempre amarrado a mi puerto,
y lo que hice fue derribar sus cimientos
sin siquiera saber lo que estaba haciendo.
Y los lobos aúllan al firmamento,
y la luna les continúa mintiendo.

A través de la ventana alta contemplo
la montaña que se levanta a lo lejos.
En las minas que la horadan hasta el centro
los esclavos quiebran su espalda extrayendo
el metal con el que forjan los herreros
las cadenas que lastran sus movimientos.
¿Saben ellos que se encuentran prisioneros?
No se escuchan latigazos ni lamentos
y no hay guardias armados frunciendo el ceño.
Hace mucho que sus amos descubrieron
que trabajan mejor así y más contentos.
Hasta incluso les han dado el privilegio
de, votando, poder elegir entre ellos
capataces que dirijan sus esfuerzos.
Los grilletes y las argollas de hierro
les han dicho que son para protegerlos,
y ellos mismos, convencidos de creerlo,
los ajustan a sus tobillos y cuellos.
Y los lobos aúllan al firmamento,
y la luna les continúa mintiendo.

Está ciego, el pozo de los deseos.
Da lo mismo, la gente sigue acudiendo
y arrojando sus monedas en el cieno.
En los centros de culto siguen los rezos,
las perennes encomiendas a lo eterno
y los mismos sacerdotes altaneros
con el mismo sermón en todos los credos:
que los dioses bendicen el sufrimiento
y debemos predicar con el ejemplo
para hacernos merecedores de un premio
estupendo cuando nos hayamos muerto.
Yo no quise obedecer el consejo
mas no siempre logramos lo que queremos.
Vieja Dama, no me encontrarás sonriendo
cuando llegues, pero ya voy comprendiendo
que no tienes prisa en aliviar los duelos.
Permaneces en tus cuarteles de invierno
aguardando que nosotros te brindemos
el momento de salir a nuestro encuentro.
Y los lobos aúllan al firmamento,
y la luna les continúa mintiendo.

2 comentarios:

  1. Simplemente enhorabuena. Tus textos están alcanzando un nivel muy alto. Éste, el que más me ha gustado hasta el momento.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Armonicista. Buf, me sacas los colores. Un abrazo.

      Eliminar