Imagen: Eduardo Alonso Álvarez
EL REFUGIO INTERIOR
Si alguna vez te encuentras a mi lado,
me hablas y no te hago ningún caso,
por favor, no te marches enfadado.
Quédate, persiste, vuelve a intentarlo,
sacúdeme un poco si es necesario,
y te atenderé presto y encantado.
Si luego preguntas lo que ha pasado,
responderé que estaba navegando
por mi imaginación, campo abonado
de sueños, fantasías y milagros,
un territorio fértil y tan vasto
que nunca terminaré de explorarlo.
Es una carretera al infinito
donde para viajar son requisitos
corazón de brujo y ojos de niño.
Es tanto infierno como paraíso:
allí se encuentran todos mis amigos
y también todo aquello que he temido.
Es palacio, cabaña, burdel, circo,
estación, estadio, fonda, castillo,
desierto, selva, mar embravecido,
éxtasis, perdición, amor, martirio…
un universo que en sólo un suspiro
nace o se desvanece en el vacío.
Muchas veces encuentro más sentido
en las locas quimeras que imagino
que en la realidad gris que percibo
cada día con mis ojos y oídos.
Es muy fácil perderse en este sitio
y sentir la tentación del olvido,
sobre todo si te toca ser vecino
de un país tan propenso al desatino,
cruel y surrealista como el mío,
pero no tengas miedo, no hay peligro:
siempre tengo presente el artificio
y no pienso ceder al desvarío.
La luz del sol no borra las tinieblas
en nuestro mundo lleno de violencia.
Por eso yo cabalgo las estrellas
y dejo que repose mi conciencia
entre corazones y calaveras.
Me voy ahora, marcho hacia mis tierras,
si no me despido no te sorprendas,
no lo hago porque puede que te vea
muy pronto, cuando las luces se enciendan
en el mundo dentro de mi cabeza,
en mi patria sin nombre y sin fronteras,
sin himno, sin escudo y sin bandera.
Perdona, Rume, te tengo abandonado a tí y a todos los blogs que frecuento por culpa de la novela que, pasito a pasito, se me va escribiendo.
ResponderEliminarMuy bueno tu poema, lástima que no podamos evadirnos de la mierda que nos invade.
Un abrazo