Imágenes: Carlos Becerra
DE
BALONES Y TEBEOS
Los
lápices, gomas, reglas,
bolígrafos
y cuadernos
pugnaban
en las carteras
con
nuestros libros de texto.
Ululaba
la sirena
sin
dar cuartel a los lentos
y
ordenados en hileras
entrábamos
al colegio:
Jóvenes
mentes inquietas
con
los ojos muy abiertos,
la
risa siempre dispuesta
y
los corazones tiernos.
Y
aquella mágica ciencia
de
vivir siempre al momento,
sin
planes y sin esquemas,
todo
puro sentimiento.
En
la memoria se mezclan
las
clases y los recreos,
los
gritos y las carreras,
los
“deberes” y los juegos.
Eran
días de inconsciencia,
de
bicicletas sin freno,
de
“Nocilla” en la merienda,
de
balones y tebeos,
de
series de sobremesa
con
valientes mosqueperros,
gnomos
de barbas espesas
o
un león inglés viajero,
de
sudar la camiseta
en
tardes de entrenamiento
y
competir con fiereza
en
partidos domingueros,
de pop, rock
y heavy metal,
de
ritmos discotequeros,
de
pletinas traicioneras
y
mañosos lapiceros,
de
temblorosas propuestas
(esos
“¿te gusto?” discretos)
y
fatídicas respuestas
(los
“como amigo” perversos),
de aventurarnos a tientas
en el campo del deseo
(morreos, roces de piernas...
¡no llegábamos más lejos!),
de
“profes” que, con paciencia
(y
con bastantes cabreos),
en
nuestras duras molleras
sembraban
conocimientos,
de
exámenes y “chuletas”,
de
aprobados y suspensos,
de
empollones con solera,
de
simpáticos gamberros,
de
patéticas peleas
(“a
la salida te espero”),
y
de amistades estrechas
sentidas
con todo el cuerpo.
No
teníamos problemas
ni
teníamos dinero,
ni
móviles multimedia
ni
ordenadores virgueros.
¿Nos
hicieron mucha mella
los
años que transcurrieron?
Tal
vez pero, en conciencia,
no
tanta como creemos.
Ahora
parecen pequeñas
nuestras
cuitas de aquel tiempo
pero
en aquella inocencia
aún
nos reconocemos.
Crecer,
sí, fue una experiencia
que
afrontar sin escondernos,
y
aunque pasamos la prueba
no
resultamos ilesos.
Hemos
perdido certezas,
hemos
perdonado sueños,
hemos
permutado ideas
y
perfeccionado miedos.
Hoy
tenemos hipotecas,
automóviles,
empleos,
parejas
que nos esperan
y
niños que nos dan besos.
La
vida nos dio mil vueltas
pero ¡seguimos enteros!
y
es una emoción extrema
volver
a veros de nuevo.
Brindo
por vuestra presencia.
Brindo
por… los que se fueron.
¡Y
que los ausentes sepan
que
los echamos de menos!
Mas
no cunda la tristeza
ni
nos venza el desaliento.
¡Hoy
brillan más las estrellas
por
nuestro feliz Encuentro!
Yo
tengo ganas de juerga.
Vosotros
también, espero.
Demos
comienzo a la fiesta
y
todos juntos brindemos
por
nuestra pequeña escuela,
porque
fuimos compañeros
y,
si nada lo remedia,
lo somos y lo seremos.Dedicado con cariño a todos mis compañeros del Colegio Público "Julián Gómez Elisburu" de Gijón, y especialmente a la generación de nacidos en 1973. ¡Que sigan esos encuentros!
Cuando los sentimientos afloran del alma y se convierten en pura poesía...así describiría tus palabras...Gracias por tan bella obra. Y, aunque ya no nos crucemos en más recreos, lo seguiremos haciendo en los próximos encuentros en el colegio..
ResponderEliminarMuchas gracias, Cheli. Me ha emocionado tu comentario. Cruzaremos recuerdos y sonrisas, claro que sí. Un abrazo.
Eliminarun poema hecho desde y para la nostalgia. Seguro que tus compañeros lo disfrutaron y espero que atendieran a esa sugerencia de la penúltima estrofa aplicándose con toda dedicación a la juerga.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Ramón. Dejé un enlace al poema en la página creada en facebook para los antiguos alumnos del cole, y la verdad es que estoy un poco abrumado con la respuesta que está teniendo. Es de largo el más leído de los que he publicado hasta la fecha. Y sí, desde que comenzaron los encuentros juergas ha habido unas cuantas... ¡y las que que quedan!
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