Imagen: Jeff Nelson (stormwarning)
UNA CARTA EN NOCHEVIEJA
“Estimado Señor” es el comienzo,
luego el nombre de pila, que es “Feliz”,
después los apellidos, “Año Nuevo”,
y el texto de la carta dice así:
“Por favor, disculpe el atrevimiento
que con usted me tomo al escribir.
Pero visto el atroz comportamiento
de su predecesor, me decidí
a darle humildemente unos consejos
ahora que comienza su interín.
No mate más músicos, se lo ruego.
Precisamos su arte para vivir.
Los clásicos del cine, yo ya entiendo
que algún día se tendrán que morir…
¡pero puede ser en otro momento!
Permítanos un año sin sufrir.
Nos dieron tantos preciosos momentos
que resulta duro verles partir.
La esposa de mi primo es otro ejemplo
que no debe volverse a repetir.
Porque Rosa era un ángel, alguien de esos
de los que sólo sale uno entre mil.
No se nos lleven siempre a los más buenos,
porque no se les puede sustituir.
Si es preciso que haya fallecimientos,
hay otros candidatos por ahí.
Si no se le ocurren yo le aconsejo,
sé bien de quién podemos prescindir.
En otro orden de cosas, le recuerdo
más males que habría que redimir.
El pasado ejercicio hubo un exceso
de atentados y guerras por aquí.
¡Pues este curso que haya muchos menos!
El equilibrio es bueno, ¿a que sí?
Lo de los refugiados, ese infierno…
¿no habrá manera de ponerle fin?
En lugar de tantos enfrentamientos
mire a ver si puede usted conseguir
que empiece a primar el entendimiento
y que florezca el verbo “compartir”.
Me despido ya, señor Año Nuevo.
Le deseo un plácido transcurrir.
Ruego disculpe mis requerimientos,
mas si acaso opina que me excedí,
piense usted que sólo le estoy pidiendo
que haga honor a su nombre: sea Feliz”.
Pongo la fecha, firmo, sobre y sello,
y al buzón. ¿La llegará a recibir?
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