sábado, 12 de julio de 2014

Morir por...

Se cumplen 100 años del inicio de la I Guerra Mundial, y es buen momento para publicar algo sobre aquella tremenda sangría. Un poema interesante referente al conflicto es este de W.B. Yeats (1865-1939), del cual he hecho una "traducción rimada" de las mías. Trata de un pobre irlandés que se ha alistado voluntario para luchar por los ingleses, a los que odia. ¿Por qué? Yeats intenta contestar a la pregunta.

Imagen: Eduardo Alonso Álvarez





UN PILOTO IRLANDÉS PREVÉ SU MUERTE

Sé que me encontraré con mi destino
arriba, entre las nubes del cielo.
No odio a quienes son mis enemigos.
No amo a aquellos a quienes defiendo.
Vengo del país de Kiltartan Cross,
los pobres de Kiltartan son mi pueblo.
Ningún posible fin que tenga yo
hará que aumenten su dicha o su duelo.
Ni la ley ni el deber me hacen luchar,
ni los políticos, ni los aplausos.
Un solitario impulso de gozar
me trajo a las nubes, a este gran caos.
Pensé en todo, todo fue sopesado,
aliento malgastado parecían
los años por venir, cual los pasados.
Se equilibra esta muerte, con mi vida.


Y aquí está el poema original:


AN IRISH AIRMAN FORESEES HIS DEATH

I know that I shall meet my fate
Somewhere among the clouds above;
Those that I fight I do not hate,
Those that I guard I do not love;
My country is Kiltartan Cross,
My countrymen Kiltartan's poor,
No likely end could bring them loss
Or leave them happier than before.
Nor law, nor duty bade me fight,
Nor public men, nor cheering crowds,
A lonely impulse of delight
Drove to this tumult in the clouds;
I balanced all, brought all to mind,
The years to come seemed waste of breath,
A waste of breath the years behind
In balance with this life, this death.

William Butler Yeats, 1918

domingo, 6 de julio de 2014

Hablar, comunicarse...

...aunque sea sin palabras.

Regreso tras un año sin escribir por aquí. Atravesé una fase de bloqueo creativo. La verdad, no se me ocurría nada. Y cuando se me ocurría, eran ideas tremendamente complejas para cuyo desarrollo precisaba un tiempo que no tenía. Solucionados algunos inconvenientes, inicio una nueva etapa en la que espero volver a publicar con regularidad, aunque vete a saber.


Este poema fue un encargo. Yo en su día me declaré objetor de conciencia (supongo que no os sorprende). En 1998-99 me tocó hacer la Prestación Social Sustitutoria en un centro para niños con parálisis cerebral (aunque también acuden algunas personas con otras afecciones). Les cogí tanto cariño a los chavales que decidí seguir acudiendo al centro como voluntario. Y aún sigo yendo. Este año se celebró el cincuentenario de la asociación que gestiona el centro, y se hizo una publicación conmemorativa. Me pidieron una colaboración, y esto fue lo que escribí. La imagen pertenece al impresionante, inquietante y emotivo proyecto Echolilia, del fotógrafo Timothy Archibald.


Imagen: Timothy Archibald




PUENTES

Tengo algunos amigos que me alaban
por mi voluntariado en este centro.
Me extraña, porque creo que se engañan,
no soy tan generoso ni tan bueno.
Mi actividad aquí es interesada:
recibo mucho más de lo que entrego.
Carece por completo de importancia
que la transacción no sea en dinero.
¿Qué me mueve? Una pulsión extraña.
Soy adicto a vosotros, mis pequeños.
Van muchos años desde aquella carta
que me llegó desde algún Ministerio.
No quise aprender a disparar balas
y me tocó aprender a daros besos.
Estar con vosotros no es una carga
sino un emocionante privilegio.
Después de currar toda la semana
me ilusiona venir a vuestro encuentro,
y con vuestra ternura ilimitada
liberarme de traumas y recelos.
Cuando vuestras sonrisas me reclaman
o me llamáis con mudos aspavientos,
si me dedicáis vuestras carcajadas
o vuestras expresiones de contento,
entonces siento en mi interior que nada
podría suponerme mayor premio.
¡Qué triste no escuchar vuestras palabras
y tener que interpretar vuestros gestos
y vuestras bellas y ansiosas miradas
cargadas de preguntas y deseos!
Quisiera disponer de alguna magia
capaz de leer vuestros pensamientos,
hablaros de tú a tú, que vuestras caras
no fueran tantas veces un misterio.
Pero he de conformarme, y me basta
ser un raro juguete en vuestros dedos,
y a través de la experiencia cercana
llegar de alguna forma a conoceros,
a advertir patrones, ritmos y mantras,
y encontrar minúsculos agujeros
en el velo invisible que os separa.
No sé si lo hago bien, tan sólo intento
tender puentes de forma improvisada
para enlazar mi mundo con el vuestro.